Todo nació de un error. Creí haber leído en algún lugar, que Matisse, prácticamente ciego al final de su vida, creó algunos de sus más célebres collages recortando papeles de colores que un ayudante, bajo petición del maestro, le entregaba. Al parecer, esto nunca sucedió, pero me pareció una buena práctica para ejercitar la imaginación; por eso, les propuse a los alumnos emular al célebre pintor fauvista y hacer este experimento.
Esperaba que, como resultado del ensayo, obtuviéramos imágenes frescas y coloristas, pero en la mayoría de los casos, el producto del ejercicio era una composición un tanto infantil de formas toscas. El problema (uno de ellos, el otro es la poca paciencia de los alumnos) es que había limitado demasiado el experimento. El alumno lazarillo solamente podía entregar a su compañero la cartulina o papel del color que le fuera solicitado. Las tijeras no son una herramienta con la que los alumnos estén familiarizados y, esta dificultad, añadida a la de la ceguera provisional, provocó que el ejercicio fuera menos fructífero de lo esperado.
Intentaré realizar otro experimento de este tipo el próximo curso, pero el creador, en esta ocasión, podrá dibujar sobre la cartulina con lápiz u otro instrumento que domine para que, después, sea su ayudante el que recorte las siluetas diseñadas. Así no se perderán detalles y formas que son, prácticamente, imposibles realizar a ciegas con unas tijeras.
Paso a presentaros ahora a los alumnos trabajando y alguna de las imágenes creadas. Los alumnos, tras taparse los ojos, me escuchaban describir un escenario: Estamos en un interior. Frente a nosotros nos encontramos con una ventana abierta y una persona asomada a ella. Al otro lado, unos barcos se mecen sobre el extenso mar. Los alumnos puede incluir los detalles que consideren oportunos siempre que no contradigan la descripción inicial. Se trata de un trabajo que hay que resolver en una sesión, lo cual deja un margen, aproximadamente, de 40 minutos.
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